He
querido escribir un artículo donde analizar el sexo humano desde un
punto de vista biológico, más objetivo y menos antrópico, puesto
que nuestra naturaleza animal se muestra especialmente dominante en
este aspecto humano.
El
beso quizás sea el comportamiento sexual más común, este es
un acto de confianza, puesto que se unen las bocas desechando el
posible peligro de que el otro ataque mordiendo para depredar.
Uno
de los hechos más interesantes es el para qué sirven los pechos
femeninos. Las hembras humanas son las únicas que mantienen los
pechos desarrollados independientemente de la lactancia, mientras que
el resto de las mamíferas solo desarrollan el pecho durante la
lactancia. Esto se debe a que al ser bípedos los machos ya no pueden
detectar a las hembras por las nalgas y la vulva como hacen los
cuadrúpedos, sino que las hembras simulan unas nalgas con los pechos
para identificarse como hembras y atraer a los machos.
Otra
curiosidad es el porqué de la forma del pene y su relación
con la naturaleza del acto sexual. El pene tiene el glande con una
forma diseñada para extraer el semen de cópulas anteriores de la
hembra antes de eyacular el propio, de modo que se entiende así
porqué en la cópula hay que introducir y sacar el pene de la vagina
repetidas veces antes de eyacular, para drenar el semen ajeno y
asegurar que se insemina con el propio.
Por
último está el acicalamiento y ornamentación, especialmente
femenino, relacionado con el sexo. Las mujeres se maquillan tapando
imperfecciones e irregularidades de la piel para parecer más jóvenes
y por lo tanto más fértiles. Se pintan los labios de tonos rojizos
y se ponen colorete para simular el sonrojamiento de labios y
mejillas que sucede en el orgasmo al igual que el entornado de los
ojos que se simula con la sombra de ojos, consiguiendo globalmente
parecer que se está en celo. Sin embargo los humanos no tenemos un
verdadero celo, puesto que el periodo de celo se fue alargando por la
competencia entre hembras durante nuestra evolución hasta que
quedamos con un celo continuo todo el año, ya que las hembras que
estuvieran más tiempo dispuestas para estar embarazadas tenían más
éxito, mientras que los machos nos adaptamos al nuevo periodo de
celo impuesto por la competencia femenina.
En
conclusión puede parecer que la naturaleza es machista y que las
mujeres actúan o están diseñadas para atraer a los hombres, pero
esto no es exactamente así, sino que la naturaleza le ha dado el
control del cortejo a las mujeres porque son ellas las que quedarán
embarazadas y por lo tanto tienen que ser ellas las que controlen la
sexualidad humana, aunque lo hacen inconscientemente de forma
instintiva. Mientras tanto los hombres básicamente solo nos tenemos
que preocupar de copular el mayor número de veces posibles y si es
posible con varias hembras o con una única hembra asegurada que nos
haya elegido.