Neolítico
Sobre
el 8.000 a.C. terminó la ultima glaciación por lo que cambió el
clima de la Tierra hacia el actual. En ese momento la humanidad
estaba compuesta por muy poca población y muy dispersa que
subsistían cazando y recolectando y su tecnología estaba basada en
la piedra. Fue entonces cuando en Oriente Próximo se perfeccionó
la tecnología de la piedra (revolución neolítica) y también se
aprendió a domesticar animales lo que condujo a la primera explosión
demográfica de la humanidad. Esta mayor densidad de población
favoreció la aparición de aun mayores progresos ya que cuantos más
habitantes hay mayores son las posibilidades de que uno de ellos
pueda tener una idea brillante, más compleja es la sociedad y mayor
la necesidad de buscar soluciones para los problemas sociales. De
modo que se inventó la agricultura, lo que obligó a la humanidad a
pasar de ser nómada a ser sedentaria (vivir en ciudades-estado)
fundándose así la civilización y el modelo de sociedad actual con
gobiernos (jerarquías de poder), profesiones (reparto del trabajo y
especialización), guerra organizada (para proteger los cultivos y la
ciudad), etc.
Hacia
el 7.000 a.C. la civilización se había extendido a lo largo del
valle de los ríos Tigris y Eúfrates (Mesopotamia) y el valle del
Nilo (Egipto). Se inventó el regadío y la humanidad se independizó
del agua de la lluvia. Y hacia el 6.000 a.C. la civilización se
había extendido hacia el norte y el oeste de Asia Menor, y hacia el
sudeste de Europa, perfeccionándose cada vez más la agricultura, se
inventó la alfarería, las telas y la navegación fluvial en balsas.
Sobre el 5.000 a.C. los sumerios habían establecido ciudades-estado
a lo largo del curso bajo del Río Éufrates con las sociedades más
avanzadas y complejas hasta el momento. Por este motivo crearon un
sistema político donde gobernaba un rey-sacerdote que era el líder
indiscutible porque estaba conectado con lo divino. De este modo la
religión se institucionalizó. Mientras tanto en otras zonas del
mundo también se desarrollarón civilizaciones agrícolas de forma
independiente en las regiones tropicales de América y en las estepas
del Mar Negro se domesticó el caballo.
Edad
de Cobre
La
ciudad sumeria de Ur se fundó sobre el año 4.000 a.C. en la
desembocadura del río Éufrates. Esta fue durante bastante tiempo la
ciudad más grande e importante del mundo. Para esa época, los
habitantes de Oriente Medio ya sabían fabricar vino y cerveza que al
contener alcohol era la única forma de tomar agua estéril y por
tanto potable. También se inventó la metalurgia (concretamente con
el cobre) al aprender que se podían purificar los metales de las
rocas con fuego. Este descubrimiento se propagó por todo el mundo
salvo América y Australia. Mientras tanto en un tercer valle
fluvial, el del Indo, se habían empezado también a desarrollar
ciudades-estado.
Los
sumerios tenían que controlar las producciones agrícolas, el
comercio y los impuestos del estado. Por ese motivo buscaron un modo
de llevar las cuentas, de modo que empezaron a hacer dibujos y marcas
en tablas de arcilla para llevar la contabilidad. Esta técnica
desembocó en la escritura lo que permitió que pensamientos y
conocimientos perduraran fieles (inaugurándose así la Historia)
indefinidamente acelerando la velocidad del progreso social. Los
egipcios imitaron a los sumerios pero escribían en papiros
provenientes de los juncos del Nilo. La escritura unificó la forma
de pensar y la cultura de las ciudades-estado del Nilo. Esto propició
que estas ciudades-estado se unieran políticamente bajo el reinado
de Menes formando la primera nación de la Historia.
Edad
de Bronce
Hacia
el 3.000 a.C. en metalurgia se pasó del cobre al bronce que era más
resistente, se empezó a utilizar la rueda lo que revolucionó el
transporte por tierra y se inventó el arado.
Mientras
que Sumeria y Egipto constituían el núcleo desde el que la
civilización se propagaba a todo el oeste de Asia y al área del
Mediterráneo, al norte de China también se promovió el desarrollo
de ciudades-estado a lo largo del río HuangHo (o Río Amarillo)
formándose un segundo núcleo independiente que sirvió para
difundir la civilización por el este y sudeste de Asia.
Hacia el 2.800 a.C. el Tigris y el Éufrates se desbordaron y
prácticamente toda sumeria se inundó hasta unos 8 metros de altura.
Este suceso quedó para la posteridad en el mito del diluvio
universal. La reorganización de las ciudades-estado fue un fracaso
por rencillas territoriales ya que los documentos de arcilla fueron
borrados por el agua. En el valle del Nilo desde que llegó al poder
el faraón Zoser, en el 2.650 a.C., los monarcas empezaron a
construirse tumbas cada vez más grandes y complicadas, las pirámides
de Egipto que han perdurado por ser de piedra al contrario que los
zigurats (pirámides escalonadas) de los sumerios que eran de barro.
Esta tendencia decayó por un periodo de descentralización del poder
político del faraón hacia los nobles feudales hasta que llegó al
trono Mentuhotep II que hizo florecer de nuevo a Egipto.
El
pueblo acadio que procedía del oeste de la península arábiga y que
se estableció en la frontera norte de sumeria aprovechó la
decadencia de dicha civilización para invadir sumeria. Hacia el
2.340 a.C., el gobernante acadio Sargón derrotó a los ejércitos de
las ciudades sumerias (que al contrario de los acadios no utilizaban
armas arrojadizas) y ocuparon todo su territorio. Conquistó también
Elam, el territorio al este de sumeria donde se habían desarrollado
algunas ciudades estado con una cultura independiente, también las
tierras del oeste y noroeste. Al final, gobernaba un territorio que
se extendía por el oeste hasta el Mar Mediterráneo, por el norte
hasta el Mar Caspio y por el sur hasta el Golfo Pérsico, creando un
nuevo modelo de estado compuesto por varias naciones de culturas y
lenguas diferentes llamado imperio. Pero todos los imperios son
inestables y el acadio terminó hacia el 2.180 a.C. como cuenta la
historia de la torre de Babel (Babilonia). Su caída permitió a las
ciudades sumerias recuperar el control de sus territorios y Ur volvió
a ser la ciudad más importante.
La
cultura surgida en la isla de Creta aprendió las técnicas egipcias
de navegación y las mejoró desarrollándose la civilización
minoica (por el mitológico rey Minos de Creta). Esta civilización
se difundió al norte a las islas del mar Egeo y la península
griega. Los minoicos se unieron como nación talasocrática (en la
que el poder reside en la armada más que en el ejército). También
estaba en su apogeo la civilización del río Indo y se desarrolló
el pueblo hitita que llegó a Asia Menor.
Las
tribus indoeuropeas de Asia central, que poco antes habían
conseguido domar a los caballos y usarlos para arrastrar un carro de
guerra ligero empezaron a conquistar Oriente Próximo. Sumeria sufría
la ocupación de la tribu de los amorreos (desplazados por los
conductores de carros hacia el sur) y hacia el 1.800 a.C. ocupó una
pequeña ciudad acadia llamada Bab-ilum o Babilonia (“puerta de
Dios” en acadio) y la convirtió en su capital. Hammurabi gobernó
como rey de Babilonia del 1.728 al 1.686 a.C. y extendió su gobierno
a toda la región babilónica. Se le recuerda en la historia sobre
todo por el desarrollo de un código legal (código de Hammurabi) que
sustituyó a las tradiciones y costumbres que eran las leyes de la
sociedad hasta el momento. En la parte alta del Valle del
Tigris-Éufrates, los amorreos fundaron el reino de Assur o asiria,
con capital en la ciudad acadia del mismo nombre. Asiria estaba bajo
la dominación de Babilonia durante el reinado de Hammurabi. Sin
embargo, hacia el 1.530 a.C. todo el valle fue conquistado por tribus
con carros procedentes del norte, un grupo llamado casitas en las
historias antiguas. Durante este período los hurritas, una tribu que
disponía de carros de guerra tirados por caballos, se establecieron
al oeste de Asiría, en la parte sur y sureste de Asia Menor y
fundaron el reino de Mitanni. A su oeste, la mayoría de Asia Menor
pertenecía al poderoso reino hitita, por entonces bajo su primer
gobernante notable, Labarna I (1680-1650 a.C).
Hacia
el 1.720 a.C. las tribus indoeuropeas alcanzaron Egipto tras cruzar
la árida Península del Sinaí. Estos conductores de carros
(llamados hicsos por los egipcios) derrotaron con facilidad a los
egipcios, que no tenían con qué contraatacar esta nueva tecnología.
Los hicsos empezaron a gobernar en el norte de Egipto y adoptaron su
cultura. Hacia el 1.570 a.C., los egipcios tras aprender la nueva
tecnología y bajo el reinado del faraón Ahmés, habían expulsado a
los hicsos de la tierra que habían gobernado durante siglo y medio y
habían restaurado su poderío.
Las
tribus con carros, que habían causado tantos estragos por todas
partes, invadieron también India hacia el año 1500 a.C. y
terminaron con la civilización del Indo, cuya población, en su
apogeo, debió de alcanzar el millón de habitantes. Los invasores de
la India se llamaban a sí mismos arios, de la palabra «noble» en
su lengua, de origen indoeuropeo y conocida como sánscrito.
Hacia
el 1600 a.C. tribus invasoras del norte, que formaban el pueblo que
ahora llamamos griegos, penetraron en la región que conocemos por
Grecia. Llamaron Hellas a la región, y helenos a sí mismos. El
nombre de Grecia fue utilizado por primera vez por los romanos, y
pasó a ser Grecia en los tiempos modernos. La principal ciudad
griega era Micenas, en el extremo nordeste del Peloponeso, la
península griega más al sur, por lo que se les conoce como griegos
micénicos. Sin embargo, cuando Creta estaba en su apogeo, tenía
subyugados a los micénicos. De esta época es la famosa leyenda
griega en la que Creta exigía un tributo humano a Atenas todos los
años, hasta que el legendario héroe micénico Teseo de Atenas la
liberó de pagarlo. Sin embargo, Creta, al igual que antes Sumeria,
sufrió una gran catástrofe natural que interrumpió bruscamente su
desarrollo. La Isla de Santorini se encuentra a unos ciento cuarenta
y cinco kilómetros al norte de Creta, y era el centro de una
floreciente civilización minoica. Por desgracia, la isla resultó
ser el cráter de un volcán que había emergido del mar, pero que no
mostraba signos de actividad y nadie sospechó que encerrara peligro.
Entonces, hacia el 1500 a.C., estalló con un estruendo ensordecedor.
Fue la erupción volcánica más violenta que se conoce en tiempos
históricos. Una lluvia de cenizas cayó sobre Creta y tsunamis (olas
gigantescas) se estrellaron contra su costa. Las olas llegaron hasta
las costas de Grecia, lo que pudo haber dado origen a las leyendas
griegas relacionadas con una gran inundación. Donde una vez existió
Santorini, sólo quedó un anillo de islotes rodeados de mar abierto.
Parecía como si la isla se hubiera desvanecido bajo las aguas, y
este hecho pudo ser el origen de la leyenda griega de la Atlántida.
La explosión y sus efectos debilitaron mucho a Creta, y la
civilización minoica se tambaleó hacia un prematuro final, que se
produjo poco después.
Hacia
el año 1300 a.C. los griegos micénicos gobernaban Creta además de
Grecia. Sin embargo, la conquista de Troya fue la última hazaña
importante de la Grecia micénica. Un nuevo grupo de tribus de habla
griega, los dorios, que había participado en la serie de invasiones
tribales que causaron la decadencia de Egipto, invadió Grecia.
Usaban armas de hierro que habían capturado en la destrucción del
imperio hitita, y las de bronce utilizadas por los micénicos no
pudieron ofrecer resistencia contra ellas. Los dorios se apoderaron
del sur y el este del Peloponeso, incluyendo la antigua ciudad
micénica de Esparta, la patria legendaria de Helena, supuesta causa
de la Guerra de Troya. Conquistaron también Argos, la ciudad del
héroe homérico Diomedes, y la Isla de Creta. Pasado el tiempo,
Micenas se hundió en la decadencia y desapareció como potencia
histórica. Un grupo de griegos predóricos, los jónicos,
sobrevivieron en el este de Grecia, particularmente en Atenas. Otros
jonios abandonaron el continente y se establecieron en las islas de
Egeo y en la costa de Asia Menor. Como consecuencia, la parte central
de esta costa pasó a ser llamada Jonia. En el 1000 a.C., por lo
tanto, las civilizaciones de Creta y Micenas, al igual que las del
Valle del Tigris-Éufrates, habían entrado en sus edades oscuras.
El
faraón Amenofis IV, que gobernó del 1.379 al 1.362 a.C., fue el
primer monoteísta declarado. Amenofis solo creía en el dios Atón,
de hecho cambió su nombre por el de Akenatón (servidor de Atón).
La casta sacerdotal luchó contra él al igual que su pueblo, que
quería sus antiguos dioses y sus viejas costumbres. Mientras esta
lucha se desarrollaba, se descuidaron las fronteras del imperio y
disminuyó la resistencia a las tribus invasoras, y el imperio
egipcio empezó a declinar. Los siguientes faraones lucharon por
traer de nuevo la prosperidad a Egipto.
Edad
de hierro
Hacia
el 1.300 a.C. la técnica de fundir y acerar el hierro se desarrolló
en las estribaciones de la cordillera del Cáucaso, en el nordeste de
Asia Menor. Esta región pertenecía al imperio hitita, y sus
gobernantes mantuvieron celosamente el monopolio de esta nueva
técnica porque se dieron cuenta de su importancia para la
fabricación de armas. Los hititas, bajo su rey Subbiluliuma I
(1.380-1.346 a.C.), derrotaron y finalmente absorbieron Mitanni. El
faraón Ramsés II, que reinó del 1.304 al 1.237 a.C. luchó por
extender las fronteras del imperio en Asia. En el curso de la guerra
mantuvo una gran batalla contra los hititas el 1.298 a.C. que
debilitó a ambas naciones.
En
Oriente Próximo, Asiria fue la primera en recuperarse, por lo menos
se hizo lo bastante fuerte como para tomar parte en guerras
periódicas de conquista. Bajo su rey Tukulti-Nin-Hurta, que reinó
del 1.245 al 1.208 a.C., los asirios iniciaron la política de hacer
la guerra de una manera feroz, para minar la voluntad de sus enemigos
y tenerles medio derrotados antes de empezar la batalla. Bajo
Teglatfalasar I, que gobernó del 1.116 al 1.078 a.C., se creó un
poderoso imperio asirio que gobernaba todo el Valle del
Tigris-Éufrates. Sin embargo, después de la muerte de
Teglatfalasar, tribus conocidas como arameos y caldeos invadieron el
valle. Por el 1.000 a.C. tanto Babilonia como Asiría se encontraban
en una segunda edad oscura.
En
Egipto, el faraón Ramsés III, que gobernó del 1.188 al 1.156 a.C.,
tuvo que enfrentarse con otro grupo de belicosos invasores, llamados
el “pueblo del mar” por los egipcios, que ya habían asolaron
Asia Menor y hacia el 1.200 a.C. habían acabado con el reino hitita.
El uso del hierro dejó de ser monopolio de los hititas y se extendió
a otras culturas después del 1.200 a.C. Haciendo un esfuerzo
supremo, los egipcios los derrotaron, pero esta lucha terminó por
agotar su resistencia. Egipto, el imperio mayor y más poderoso de la
Tierra, se había convertido en una potencia menor tras esta guerra.
En
el lejano noroeste de la península de Anatolia, la ciudad de Troya
se había enriquecido con el control de los estrechos (Dardanelos y
Bósforo), a través de los cuales tenía que pasar el comercio entre
las ciudades griegas del Mar Egeo y los campos de cereales del norte
del Mar Negro. Los griegos se dieron cuenta de que podían reducir
sus costos si controlaban dichos estrechos. Por consiguiente,
pusieron sitio a Troya y la conquistaron y destruyeron hacia el 1.200
a.C. Después del 1200 a.C. no hubo poderes que duraran largo tiempo
en Asia Menor. Un nuevo grupo de tribus, los frigios, se infiltró
desde el sudeste de Europa, llenó el vacío y estableció un nuevo
reino. Para el 1.000 a.C. los hititas, junto con Mitanni y Troya,
habían desaparecido, y el nuevo reino de Frigia florecía. Su
riqueza impresionó a los griegos, cuya pobreza parecía crónica, y
en su mitología hablaban de un rey frigio llamado Midas que tenía
el «toque de oro».
Los
cananeos sufrieron una serie de invasiones durante este período.
Fueron conquistados y gobernados primero por los hicsos y después
por el imperio egipcio. Cuando «los pueblos del mar» destruyeron
Egipto, también desembarcaron en la costa de Canaán, hacia el 1200
a.C. allí fundaron varias ciudades-estado que formaron una
confederación. Fue este pueblo, que conocemos como filisteos, y que
hablaban una lengua indoeuropea, el que dio a Canaán su nombre
griego de Palestina. También conocemos a los filisteos como enemigos
de los israelitas, a través de relatos bíblicos. Los israelitas
invadieron Canaán por el oeste y se apoderaron de una parte
interior. Según la leyenda bíblica, los israelitas habían llegado
a Canaán después de escapar de la esclavitud de Egipto. Los
cananeos que mantuvieron su independencia fueron confinados a la
costa norte de su país, alrededor de ciudades como Tiro, Sidón y
Biblos, y fueron más conocidos por su nombre griego de fenicios. En
un territorio tan reducido sólo podían prosperar mediante el
comercio, y fueron el primer pueblo en el área del Mediterráneo que
se aventuró en mar abierto, lejos de la costa. Se alejaron de tierra
más que los cretenses, quienes, básicamente, se habían contentado
con ir de isla en isla. Los fenicios pudieron lograr esta hazaña
gracias a que aprendieron a orientarse en las noches despejadas.
Vieron, al igual que nosotros, que el Sol sale por el este y se pone
por el oeste, y que cuando está alto en el cielo, a mediodía,
siempre está en el sur. Sabiendo esto, se puede viajar tanto por mar
como por tierra. Pero, ¿Qué hace uno por la noche cuando no se
puede ver el Sol? Los fenicios fueron de los primeros en darse cuenta
de que, por la noche, la constelación de la Osa Mayor, formada por
siete estrellas muy visibles, estaba siempre en el norte. Esto
significaba que, si se dejaba siempre a la derecha, el barco estaba
navegando hacia el oeste, mientras que si se dejaba a la izquierda,
el barco siempre iba hacia el este. Para el 1000 a.C. los fenicios,
mediante este sistema, recorrían el Mediterráneo, convirtiéndose
en los grandes comerciantes de la antigüedad.
La
necesidad de comerciar de los Fenicios originó otro gran
descubrimiento. Estaba basado en la invención sumeria de la
escritura, y hace que podamos leer este libro miles de años después.
Situada entre Babilonia, con una complicada escritura cuneiforme, y
Egipto, con sus no menos complicados jeroglíficos, Fenicia se dio
cuenta de que no podría comerciar con facilidad si no manejaba ambas
lenguas. La vida sería mucho más fácil si podían inventar un
código de escritura sencillo. Para el 1000 a.C. los fenicios tenían
un alfabeto en el que cada letra representaba el sonido de una
consonante. Usando este alfabeto se podía escribir cualquier idioma
con facilidad. La escritura se desarrolló en muchos lugares de forma
independiente. En Sumeria, China y sur de México por ejemplo. Sin
embargo, el alfabeto fue inventado una sola vez, por los fenicios.
Todos los alfabetos que se usan hoy día, por muy diferentes que
puedan parecer, provienen sin ninguna duda del de los fenicios.
Cuando
los israelitas invadieron Canaán en el año 1200 a.C. tomaron
Jericó, que había existido como ciudad durante cerca de siete mil
años. En una batalla que hizo célebre el relato de Josué y las
trompetas, los israelitas destruyeron Jericó, al menos
temporalmente. Después, durante algún tiempo, los israelitas
dominaron a los filisteos de la costa. Finalmente los filisteos
lograron vencer a los israelitas utilizando armas de hierro que sus
enemigos no tenían. Pero hacia el 1000 a.C. los israelitas
consiguieron armas de hierro. David, un jefe de la tribu meridional
de Judá, ascendió con rapidez dentro de la nación israelita y
finalmente sucedió en el trono al rey Saúl. Fue capaz de derrotar a
los filisteos de modo definitivo, después de lo cual hay pocas
noticias de ellos. David pasó luego a establecer un imperio
israelita que se extendía desde Egipto por el sur hasta el alto
Éufrates por el norte. La población israelita en esa época debió
de ser de unos trescientos mil, cantidad insuficiente para mantener
un imperio incluso tan pequeño como el de David. Sólo existió
porque tanto el Valle del Tigris-Éufrates como Asia Menor seguían
inmersos en una época de gran oscuridad, y Egipto seguía estando
bastante débil. El imperio de David empezó a derrumbarse en cuanto
una de las regiones de su alrededor recuperó su fuerza y pudo
rebelarse. Aunque el imperio era efímero, su recuerdo permaneció en
la memoria de la tribu de Judá (los judíos) para siempre, con
importantes consecuencias para el mundo en general.
Por
el 1000 a.C. estas tribus indoeuropeas se fueron extendiendo Río
Ganges abajo y empezaron a dominar la vida del gran subcontinente. Al
igual que otras regiones del mundo, India entró en un período de
grandes cambios.
China
había entrado en la Edad del Bronce hacia el 1500 a.C., y por esa
época era gobernada por la dinastía Chang, su primera dinastía
verdaderamente histórica. China había desarrollado, de forma
independiente, su propio sistema de escritura, utilizando un método
que era tan complejo como el de los sumerios y egipcios. No obstante,
los chinos nunca adoptaron un alfabeto, y su escritura sigue siendo
extraordinariamente compleja, con miles de caracteres en lugar de
palabras compuestas de letras. Hacia el 1000 a.C. la dinastía Cheu
había reemplazado a la Chang. En esta época la importancia de los
nobles había aumentado, ya que se había instaurado un sistema
feudal que duraría siglos. China se las arregló para mantenerse un
tanto aislada de muchos de los cambios que se propagaban por otras
regiones del mundo. A pesar de todo, era el primero del mundo en
población, liderazgo que mantiene en la actualidad. En esa época la
población de China había crecido muy por encima de los 5 millones,
de manera que estaba mucho más poblada que cualquiera de los otros
reinos de Occidente. Albergaba aproximadamente la quinta parte de los
habitantes del planeta, y ha seguido manteniendo esta proporción
hasta hoy.
Hacia
el 1000 a.C. refugiados de Asia Menor, que huían de los frigios,
alcanzaron la costa occidental de Italia. Más tarde se les reconoció
como etruscos, y son la primera civilización conocida de Italia. Su
escritura no se ha podido descifrar nunca, por lo que sabemos muy
poco sobre ellos en comparación con sus sucesores, los romanos.
La
civilización también estaba surgiendo en América, donde los
olmecas habían empezado a construir ciudades. En otras partes, la
tendencia a explorar seguía extendiendo la presencia del hombre
hasta remotos rincones del planeta. En el Océano Pacífico, algunos
pueblos del Sudeste asiático se esparcían por las islas cercanas;
el proceso continuó hasta que los polinesios, como se les acabó
llamando, hubieron colonizado todas las islas grandes del Pacífico.
Viajaron miles de kilómetros en sus pequeños botes, una hazaña de
la navegación que, dado su nivel tecnológico, fue la más
extraordinaria que el mundo haya visto jamás.
Los
asirios aprendieron a utilizar al máximo el hierro en el arte de la
guerra. Por primera vez, un ejército estaba completamente «ferrado»,
todos los soldados equipados con lanzas de hierro de gran calibre,
espadas y escudos. Además, los asirios aprendieron a montar y
manejar el caballo. Como consecuencia, la importancia de los carros
empezó a disminuir y la caballería, más rápida y ligera, se
convirtió en el nuevo arquetipo para la guerra. En el reinado de
Teglatfalasar III, que reinó del 745 al 727 a.C., Asiria logró
llegar al Mar Mediterráneo, conquistando Siria por el camino. En el
reinado de sus sucesores Salmanasar V (725-722 a.C. ) y Sargón II
(722-705 a.C. ) también Israel fue conquistada, y sus habitantes
deportados. Lo único que quedó del imperio de David, al que se le
permitió cierto grado de independencia, fue su propia tribu, la de
Judá. Más tarde Judá fue atacada por Senaquerib (705-681 a.C. ) en
el 701 a.C. Jerusalén no cayó, pero Judá fue obligada a pagar
tributos a Asiria. El siguiente monarca asirio, Asaradón (680-659
a.C. ), atacó y conquistó Egipto, así que en el 670 a.C. el
imperio asirio estaba en el apogeo de su poder y era el mayor y más
poderoso de los reinos que Asia occidental había visto nunca.
Nínive, la capital de Asiria, fue fundada por Senaquerib y se
convirtió en la ciudad más grande de la Tierra. No obstante, dos
siglos de guerras casi continuas habían agotado a Asiria, y sólo
quedaba la estructura hueca en la que se convierten a menudo las
naciones conquistadoras. Todavía había pueblos sin conquistar más
allá de sus fronteras, sobre todo los medos, que vivían en el este
de Asiria, en lo que ahora es Irán. Además, las rebeliones de los
caldeos de Babilonia contra Asiria eran constantes y, a pesar de que
fueron derrotados repetidas veces, amenazaban con volver a rebelarse.
Quince años después de la muerte de Assurbanipal, los caldeos,
pertenecientes al imperio, se unieron a los medos, pueblo
independiente, y juntos tomaron Nínive al asalto y la destruyeron en
el 612 a.C. El imperio asirio no se pudo recuperar del golpe y
desapareció con una rapidez sorprendente.
Los
caldeos heredaron el Valle del Tigris-Éufrates y mantuvieron el
control de la costa mediterránea, pero permitieron a Egipto
recuperar su libertad. Cuando los judíos intentaron rebelarse, el
rey caldeo Nabucodonosor II (630-562 a.C. ) tomó Jerusalén y
destruyó su templo. De esta manera terminó la línea de reyes
descendientes de David. El imperio caldeo alcanzó su máximo apogeo
en el reinado de Nabucodonosor. En esa época Babilonia, su capital,
se había convertido en la mayor ciudad del mundo. Este rey terminó
de construir un zigurat que era el mayor de su tipo, alcanzando una
altura de más de noventa metros. Había permanecido largo tiempo sin
terminar mientras Babilonia estaba bajo dominación asiria, lo que
pudo dar origen al relato de la inacabada Torre de Babel del libro
bíblico del «Génesis». También construyó un exquisito palacio,
con pisos escalonados como un zigurat. En las terrazas plantó
jardines que se conocieron como los famosos Jardines Colgantes de
Babilonia y que más tarde fueron considerados como una de las siete
maravillas del mundo antiguo. Nabucodonosor debió de gobernar a unos
dos millones de súbditos, pero después de su muerte, su imperio
perdió gran parte de su fuerza. Las regiones más allá de sus
fronteras, liberadas de su represión, tuvieron la posibilidad de
empezar a desarrollarse.
En
Asia Menor, el reino frigio había sido destruido por la invasión de
los cimerios, tribus de las estepas de Ucrania. En su lugar surgió,
al oeste de Asia Menor, el reino de Lidia, hacia el 680 a.C. , con su
capital en Sardes. Los lidios dominaban las costas del Egeo de Asia
Menor, pero dejaron que los pueblos se gobernaran a sí mismos. En
esta época se produjo un gran avance en el comercio gracias a los
lidios. Metales como el oro y la plata se utilizaban con frecuencia
como medio de intercambio. Eran valiosos porque eran escasos, lo que
significaba que cantidades pequeñas y fáciles de llevar se podían
cambiar por grandes cantidades de otras mercancías. Pero este
sistema tenía el inconveniente de que había que pesar cada pieza de
oro o plata en cada transacción para poder calcular su valor. Esto
despertaba el recelo de que la balanza pudiera estar amañada, o de
que el oro y la plata pudieran estar mezclados con metales de menos
valor. El reino de Lidia ofreció una solución al resto de la
humanidad al acuñar monedas. Eran piezas de oro y plata, o una
aleación de ambos, que llevaban estampados su peso y su valor. Una
moneda debía llevar la imagen de un rey o algún otro dibujo que
confirmara su oficialidad y su pureza. El uso de estas monedas activó
mucho el comercio y aumentó la riqueza de Lidia. El uso de las
monedas se extendió con rapidez por todo el mundo antiguo
civilizado, ya que facilitaba mucho el comercio. Como muchos otros
inventos del pasado, en la actualidad son cosas en las que no
reparamos, pero que fueron muy importantes cuando empezaron a ser de
uso común.
El
oeste de Lidia y Caldea formaban el imperio medo, que abarcaba lo que
ahora es Irán y Afganistán. Este imperio se hizo famoso por algo
que no ocurrió, una «casi-batalla» con los lidios que tiene una
importancia singular para los historiadores. Justo en el momento en
que los dos ejércitos estaban a punto de atacarse se produjo un
eclipse total de Sol. Ambos ejércitos tomaron el hecho como una
seria advertencia de los dioses; por lo que interrumpieron la batalla
y firmaron la paz. La importancia de los medos radica sobre todo en
el hecho de que dieron a la historia un reformador religioso llamado
Zaratustra (685-551 a.C.). Conocido como Zoroastro por los griegos,
predicó una nueva religión en la que presentaba al Universo
dividido entre dos poderes de fuerza semejante que luchaban por la
supremacía. Uno era Ormuz, representante de la luz y el bien. El
otro era Arimán, que encarnaba la oscuridad y el mal. Según
Zoroastro ninguno de los dos obtenía una victoria clara en la eterna
lucha que mantenían, pero la intervención del hombre podía hacer
oscilar el fiel de la balanza en un sentido o en otro. Esta teoría,
conocida como zoroastrismo, dominó poco a poco al imperio medo y a
sus sucesores, y se puede encontrar ecos de ella en algunas de las
religiones actuales, sobre todo en el cristianismo.
En
la India nació el sistema de castas, un reflejo de la creencia hindú
en la reencarnación. Este sistema dividía a la población según
una jerarquía de posiciones que dependían de la familia, del
matrimonio y de la ocupación. En teoría, uno nace en una casta
determinada para tener las experiencias adecuadas en esta vida y
evolucionar espiritualmente. En la práctica, otorgaba a cada uno un
lugar seguro en la sociedad, lo que suponía estabilidad, pero
también impedía que nadie prosperara por sí mismo. El sistema
servía para inhibir los cambios e imponer un estancamiento social
que sigue planteando problemas incluso en la India actual. Pero la
India ha ofrecido a la humanidad algo más que pensamientos
religiosos. Poco tiempo antes del 800 a.C. sus matemáticos empezaron
a usar por primera vez un símbolo para el cero, un progreso
científico de gran importancia. Esto permitía diferenciar entre sí
23, 203 y 230, y no se necesitaban símbolos especiales para las
decenas y las centenas. Ahora era posible la notación posicional, lo
que simplificaba en gran medida el cálculo aritmético. Sin embargo,
el uso del concepto del cero se difundió con bastante lentitud,
debido a que los antiguos sistemas de símbolos numéricos, mucho
menos útiles, estaban muy arraigados.
El
Budismo fue fundado en el norte de la India por Siddhãrta Gautama
(563-483 aC), conocido como Buda (el Iluminado). El budismo no tenía
a un dios como centro. Insistía en la vida virtuosa y predicaba la
sucesiva reencarnación de las almas, hasta que, por méritos
propios, se alcanzaba la recompensa final del «nirvana» o extinción
pacífica. El budismo se difundió por todo el este de Asia, aunque
en la propia India prácticamente desapareció. Representa la mayor
influencia filosófica de la India sobre el resto del mundo.
Una
provincia del sudoeste del imperio medo terminó siendo la ruina de
este imperio. Conocida como Persia por los griegos, dio un general
extraordinariamente joven llamado Ciro que llegó a ser gobernador de
Persia alrededor del año 558 a.C. Ciro se rebeló contra su señor
medo y, en el 550 a.C., tomó la capital meda y se convirtió en
soberano del recién formado imperio persa. Bajo Ciro, Persia avanzó
por el camino trillado del expansionismo imperial. Atacó y conquistó
Lidia en el 546 a.C. y el imperio caldeo en el 539 a.C. Ciro murió
en el 529 a.C., durante una expedición a Asia central para extender
las fronteras de Persia. Su hijo, Cambises, hizo suya la causa y
logró conquistar Egipto. A Cambises le sucedió otro jefe fuerte y
enérgico, Darío I (550-486 a.C. ), que extendió la dominación
persa hasta el noroeste de la India y la región tracia del norte de
Grecia en Europa.
Grecia
salió de la edad oscura en la que había sido sumida por la invasión
dórica como una colección de ciudades-estado dispersas por la
región que ahora llamamos Grecia, y a lo largo de la costa del Egeo
en Asia. El país estaba dividido por cadenas de montañas, y cada
ciudad-estado ocupaba un pequeño valle. La orografía impedía que
se unieran de manera espontánea, como había sucedido en Egipto, por
ejemplo, y al mismo tiempo creaba un poderoso obstáculo para
construir un imperio. A lo largo de la historia de la antigua Grecia
las uniones entre las ciudades-estado nunca tuvieron éxito, y los
imperios duraron poco tiempo. Los griegos concedían un gran valor a
su libertad, y las luchas entre las ciudades-estado eran constantes.
Los griegos crearon la infantería con armas pesadas, con soldados
(hoplitas) entrenados para luchar juntos, apoyándose y protegiéndose
unos a otros. No obstante, los griegos no estaban del todo desunidos.
Tenían el lazo común del idioma, los poemas de Homero y los juegos
atléticos, que eran periódicos y abiertos a todos, y que se
llevaban a cabo en una atmósfera de paz. De entre éstos, los Juegos
Olímpicos eran los más importantes, el primero de los cuales se
celebró (según la tradición) en el 776 a.C.
Una
vez superada la Edad Oscura, la población griega creció con mucha
rapidez y llegó a ser de unos 2 millones hacia el 700 a.C. Como en
otros casos en que amenazaba la superpoblación, se produjo un
movimiento colonizador, y durante una época los griegos salieron a
fundar colonias en las costas del Mar Negro, Sicilia, sur de Italia y
norte de África. Finalmente la colonización terminó porque los
mejores lugares se habían ocupado ya, y porque Cartago y las
potencias de Asia se opusieron. Cerca de medio millón de griegos
habían emigrado a las colonias, pero la población de su tierra
natal seguía creciendo. Esparta y Atenas, las dos principales
ciudades-estado de la época, encontraron cada una a su modo la
solución al problema de la población. En el sur, Esparta tuvo una
larga guerra con las ciudades vecinas e invadió todo el Peloponeso,
esclavizando a la población no espartana. De esta forma, Esparta
llegó a ser la ciudad-estado más grande de Grecia, pero el coste
fue alto. Para estar seguros de que la mayoría oprimida no se iba a
sublevar, la minoría espartana se sometió a un riguroso régimen
militar. Los espartanos se convirtieron en máquinas militares y
llegaron a ser los mejores guerreros de Grecia, pero al precio de la
mayoría de los avances culturales. Atenas, situada en el centro-este
de Grecia, enfocó el problema de otra forma. Los atenienses se
anexionaron toda la Península del Ática, convirtiéndose, por su
tamaño, en la segunda ciudad-estado de Grecia. Sin embargo, basó su
prosperidad en los negocios y no en la guerra, lo que les permitió
sostener una población cada vez mayor por medio del comercio.
Además, el comercio por todo el este del Mediterráneo y el Mar
Negro puso en contacto a los atenienses con una gran variedad de
culturas, que sentaron las bases para crear la más singular de las
sociedades griegas.
A
diferencia de muchas otras culturas de su época, la mayoría de las
ciudades griegas habían abandonado la monarquía. Esparta tenía dos
reyes, pero eran jefes militares, más que políticos. Sin embargo,
la primera alternativa de las ciudades a la monarquía no supuso un
gran avance. Eran gobernadas por un grupo de familias nobles, una
forma de gobierno conocida como oligarquía o «gobierno de unos
pocos». El pueblo llano se sintió engañado por esta medida y a
menudo acudía a alguno que prometía gobernar en su nombre. Estos
gobernantes llegaron a ser reyes sin haber heredado el trono, y se
les conoció como tiranos, del griego «amo». La forma de gobernar
de algunos fue tan corrupta que tirano, en la actualidad, ha pasado a
ser un término que describe a un gobernante déspota y cruel. No
todos los tiranos de entonces fueron tiránicos en términos
actuales. Ni su gobierno ni la dominación periódica de extranjeros
impidieron un rápido avance de la cultura, que todavía hoy nos
asombra. Las ciudades jónicas de las costas del Egeo en Asia Menor,
tales como Éfeso y Mileto, fueron conquistadas por Lidia y Persia,
por ejemplo, pero siguieron dando un grupo de pensadores que pusieron
los cimientos de la filosofía occidental, tal y como la conocemos
hoy en día. Estos pensadores estudiaron el mundo que los rodeaba e
intentaron hacerse una idea de las leyes que lo gobernaban, sin tener
que recurrir a explicaciones sobrenaturales para los acontecimientos.
Esto daba un rumbo revolucionario a las teorías anteriores sobre el
mundo, que atribuían casi todo a la intervención de los dioses o de
Dios. Aunque la humanidad tuvo que esperar más de un milenio para
que se produjera la verdadera revolución científica, las semillas
se sembraron en los suelos pedregosos de la Grecia precristiana.
Según la tradición, Tales de Mileto (625-547 a.C.) fue el primero
de estos filósofos naturalistas. Casi se le podría considerar como
el primer científico conocido por su nombre y, siguiendo sus
enseñanzas, los griegos encabezaron en todo el mundo el desarrollo
de la ciencia y las matemáticas durante un milenio.
Cuando
las ciudades jónicas se rebelaron contra Persia en el 499 a.C.,
fueron destruidas, y el entorno que sustentaba el pensamiento
creativo desapareció de esa zona, como lo hizo la filosofía. Sin
embargo, como hemos visto, las ideas son duraderas y fáciles de
transportar, así que la filosofía reapareció en Atenas, donde
floreció. Atenas se convirtió en la innovadora en muchos campos del
esfuerzo humano, estimulada por la inspiración de sus pensadores
locales. Intentó establecer un sistema económico que fuera más
equitativo para todos sus ciudadanos. Solón (630-560 a.C.) creó un
sistema que limitaba la cantidad de tierras que podían poseer los
ricos, y dio voz y voto en el gobierno a los pobres. También reformó
la moneda para fomentar el comercio, y estableció un código legal
menos punitivo. Llevó a cabo todas esas reformas sin convertirse en
un tirano, y fue tan admirado por sus obras que a los legisladores
todavía hoy se les llama solones. Todas estas iniciativas hicieron
que Atenas se encaminara hacia una nueva forma política llamada
«democracia», o gobierno del pueblo. La democracia abordaba el
problema de la legitimidad política de manera opuesta a la
monarquía. Los reyes proclamaban que su derecho a reinar era de
origen celestial, alegando su relación con los dioses. Los líderes
democráticos de la época ateniense y los actuales reivindican que
su derecho a gobernar es de origen terrenal y hablan de la «voluntad
del pueblo». Muchos atenienses consideraban que la democracia era la
forma ideal de gobierno, y desde luego tuvo resultados positivos. La
libertad de pensamiento y de palabra permitió a la ciudad elevar la
filosofía, las matemáticas, la ciencia y la literatura a un nivel
tal que han servido de inspiración al mundo occidental desde
entonces. Sin embargo, en Atenas no era demócrata todo el mundo. Los
conservadores lucharon contra las reformas de Solón, y la situación
empeoró hasta tal punto que los atenienses acabaron deseando de
nuevo un tirano. Se llamaba Pisístrato y gobernó Atenas casi sin
interrupción del 567 al 521 a.C. Era un tirano bastante apacible que
mantuvo las reformas de Solón, protegió a los campesinos, mantuvo
la paz y fomentó la industria y el comercio. Incluso hizo que los
poemas de Homero se editaran en la versión que existe en la
actualidad. No obstante, después de su muerte, los atenienses
expulsaron a su hijo y restablecieron la democracia. Atenas creó la
primera democracia importante del mundo civilizado, pero en modo
alguno era perfecta. La ciudadanía sólo se concedía a aquellos que
eran hijos de Atenas por ambas ramas de la familia. Los derechos de
los extranjeros eran limitados, y había una gran población de
esclavos que no tenían ningún derecho.
Atenas
también tenía que afrontar problemas externos. Había ayudado a las
ciudades jónicas en su fracasada sublevación contra Persia en el
499 a.C., y Darío estaba decidido a castigar a los atenienses por
ello. En el 490 a.C. envió una expedición que atravesó el Mar Egeo
con la misión de desembarcar en el Ática y tomar Atenas (Ésta es
la incursión de la que hemos hablado en la sección dedicada a la
evolución de Persia). Los atenienses intentaron que Esparta les
ayudara, pero los espartanos eran precavidos y lentos en tomar
iniciativas políticas. Los atenienses se vieron forzados a
enfrentarse prácticamente solos a los persas en Maratón, a cuarenta
y dos kilómetros de Atenas. Allí, los hoplitas, bien entrenados,
lograron una victoria inesperada sobre las fuerzas persas, que eran
muy superiores en número. Un corredor llevó la buena nueva a
Atenas, y desde entonces los corredores que toman parte en los
maratones corren una distancia igual a la del trayecto original.
Jerjes,
el hijo de Darío, intentó realizar las ambiciones de su padre y en
el 480 a.C. envió una gran expedición a Grecia para que arrollara
todo a su paso. Pero una pequeña fuerza de espartanos, formada por
unos trescientos hombres, retuvo a Jerjes heroicamente, luchando
hasta el último hombre en el estrecho paso de las Termópilas, al
norte de Grecia. Los persas continuaron su marcha a pesar del
sacrificio de Esparta, llegaron a Atenas y prendieron fuego a la
ciudad.
La
victoria persa resultó ser ilusoria. En los diez años transcurridos
desde Maratón, los atenienses, bajo la dirección de Temístocles,
habían construido una poderosa flota. En realidad, se había
evacuado a la población de Atenas, a las islas cercanas, y la flota
ateniense, con la ayuda de otras ciudades griegas, destruyó la flota
persa en la Batalla de Salamina, en septiembre del año 480 aC. En el
479 aC los espartanos derrotaron a los persas en una batalla
terrestre en Platea, justo al norte de Atenas.
Después
de Platea los persas se retiraron y a partir de ese momento los
griegos tomaron la ofensiva. Atenas se aseguró que todas las
ciudades griegas de la costa dominada por los persas fueran liberadas
y se unieran a ella para formar una especie de imperio ateniense.
Además, Atenas construyó murallas alrededor de la ciudad y de su
puerto, El Pireo, y otra que unía las dos ciudades. En el 460 a.C.
un aristócrata liberal, Pericles (495-429 a.C.), llegó a ser el
gobernador virtual de Atenas, y bajo su mandato la ciudad entró en
una edad dorada de logros literarios, artísticos y filosóficos.