Protohistoria y Antigüedad Temprana

Neolítico

Sobre el 8.000 a.C. terminó la ultima glaciación por lo que cambió el clima de la Tierra hacia el actual. En ese momento la humanidad estaba compuesta por muy poca población y muy dispersa que subsistían cazando y recolectando y su tecnología estaba basada en la piedra. Fue entonces cuando en Oriente Próximo se perfeccionó la tecnología de la piedra (revolución neolítica) y también se aprendió a domesticar animales lo que condujo a la primera explosión demográfica de la humanidad. Esta mayor densidad de población favoreció la aparición de aun mayores progresos ya que cuantos más habitantes hay mayores son las posibilidades de que uno de ellos pueda tener una idea brillante, más compleja es la sociedad y mayor la necesidad de buscar soluciones para los problemas sociales. De modo que se inventó la agricultura, lo que obligó a la humanidad a pasar de ser nómada a ser sedentaria (vivir en ciudades-estado) fundándose así la civilización y el modelo de sociedad actual con gobiernos (jerarquías de poder), profesiones (reparto del trabajo y especialización), guerra organizada (para proteger los cultivos y la ciudad), etc.

Hacia el 7.000 a.C. la civilización se había extendido a lo largo del valle de los ríos Tigris y Eúfrates (Mesopotamia) y el valle del Nilo (Egipto). Se inventó el regadío y la humanidad se independizó del agua de la lluvia. Y hacia el 6.000 a.C. la civilización se había extendido hacia el norte y el oeste de Asia Menor, y hacia el sudeste de Europa, perfeccionándose cada vez más la agricultura, se inventó la alfarería, las telas y la navegación fluvial en balsas. Sobre el 5.000 a.C. los sumerios habían establecido ciudades-estado a lo largo del curso bajo del Río Éufrates con las sociedades más avanzadas y complejas hasta el momento. Por este motivo crearon un sistema político donde gobernaba un rey-sacerdote que era el líder indiscutible porque estaba conectado con lo divino. De este modo la religión se institucionalizó. Mientras tanto en otras zonas del mundo también se desarrollarón civilizaciones agrícolas de forma independiente en las regiones tropicales de América y en las estepas del Mar Negro se domesticó el caballo.


Edad de Cobre

La ciudad sumeria de Ur se fundó sobre el año 4.000 a.C. en la desembocadura del río Éufrates. Esta fue durante bastante tiempo la ciudad más grande e importante del mundo. Para esa época, los habitantes de Oriente Medio ya sabían fabricar vino y cerveza que al contener alcohol era la única forma de tomar agua estéril y por tanto potable. También se inventó la metalurgia (concretamente con el cobre) al aprender que se podían purificar los metales de las rocas con fuego. Este descubrimiento se propagó por todo el mundo salvo América y Australia. Mientras tanto en un tercer valle fluvial, el del Indo, se habían empezado también a desarrollar ciudades-estado.

Los sumerios tenían que controlar las producciones agrícolas, el comercio y los impuestos del estado. Por ese motivo buscaron un modo de llevar las cuentas, de modo que empezaron a hacer dibujos y marcas en tablas de arcilla para llevar la contabilidad. Esta técnica desembocó en la escritura lo que permitió que pensamientos y conocimientos perduraran fieles (inaugurándose así la Historia) indefinidamente acelerando la velocidad del progreso social. Los egipcios imitaron a los sumerios pero escribían en papiros provenientes de los juncos del Nilo. La escritura unificó la forma de pensar y la cultura de las ciudades-estado del Nilo. Esto propició que estas ciudades-estado se unieran políticamente bajo el reinado de Menes formando la primera nación de la Historia.


Edad de Bronce

Hacia el 3.000 a.C. en metalurgia se pasó del cobre al bronce que era más resistente, se empezó a utilizar la rueda lo que revolucionó el transporte por tierra y se inventó el arado.

Mientras que Sumeria y Egipto constituían el núcleo desde el que la civilización se propagaba a todo el oeste de Asia y al área del Mediterráneo, al norte de China también se promovió el desarrollo de ciudades-estado a lo largo del río HuangHo (o Río Amarillo) formándose un segundo núcleo independiente que sirvió para difundir la civilización por el este y sudeste de Asia.

Hacia el 2.800 a.C. el Tigris y el Éufrates se desbordaron y prácticamente toda sumeria se inundó hasta unos 8 metros de altura. Este suceso quedó para la posteridad en el mito del diluvio universal. La reorganización de las ciudades-estado fue un fracaso por rencillas territoriales ya que los documentos de arcilla fueron borrados por el agua. En el valle del Nilo desde que llegó al poder el faraón Zoser, en el 2.650 a.C., los monarcas empezaron a construirse tumbas cada vez más grandes y complicadas, las pirámides de Egipto que han perdurado por ser de piedra al contrario que los zigurats (pirámides escalonadas) de los sumerios que eran de barro. Esta tendencia decayó por un periodo de descentralización del poder político del faraón hacia los nobles feudales hasta que llegó al trono Mentuhotep II que hizo florecer de nuevo a Egipto.

El pueblo acadio que procedía del oeste de la península arábiga y que se estableció en la frontera norte de sumeria aprovechó la decadencia de dicha civilización para invadir sumeria. Hacia el 2.340 a.C., el gobernante acadio Sargón derrotó a los ejércitos de las ciudades sumerias (que al contrario de los acadios no utilizaban armas arrojadizas) y ocuparon todo su territorio. Conquistó también Elam, el territorio al este de sumeria donde se habían desarrollado algunas ciudades estado con una cultura independiente, también las tierras del oeste y noroeste. Al final, gobernaba un territorio que se extendía por el oeste hasta el Mar Mediterráneo, por el norte hasta el Mar Caspio y por el sur hasta el Golfo Pérsico, creando un nuevo modelo de estado compuesto por varias naciones de culturas y lenguas diferentes llamado imperio. Pero todos los imperios son inestables y el acadio terminó hacia el 2.180 a.C. como cuenta la historia de la torre de Babel (Babilonia). Su caída permitió a las ciudades sumerias recuperar el control de sus territorios y Ur volvió a ser la ciudad más importante.

La cultura surgida en la isla de Creta aprendió las técnicas egipcias de navegación y las mejoró desarrollándose la civilización minoica (por el mitológico rey Minos de Creta). Esta civilización se difundió al norte a las islas del mar Egeo y la península griega. Los minoicos se unieron como nación talasocrática (en la que el poder reside en la armada más que en el ejército). También estaba en su apogeo la civilización del río Indo y se desarrolló el pueblo hitita que llegó a Asia Menor.

Las tribus indoeuropeas de Asia central, que poco antes habían conseguido domar a los caballos y usarlos para arrastrar un carro de guerra ligero empezaron a conquistar Oriente Próximo. Sumeria sufría la ocupación de la tribu de los amorreos (desplazados por los conductores de carros hacia el sur) y hacia el 1.800 a.C. ocupó una pequeña ciudad acadia llamada Bab-ilum o Babilonia (“puerta de Dios” en acadio) y la convirtió en su capital. Hammurabi gobernó como rey de Babilonia del 1.728 al 1.686 a.C. y extendió su gobierno a toda la región babilónica. Se le recuerda en la historia sobre todo por el desarrollo de un código legal (código de Hammurabi) que sustituyó a las tradiciones y costumbres que eran las leyes de la sociedad hasta el momento. En la parte alta del Valle del Tigris-Éufrates, los amorreos fundaron el reino de Assur o asiria, con capital en la ciudad acadia del mismo nombre. Asiria estaba bajo la dominación de Babilonia durante el reinado de Hammurabi. Sin embargo, hacia el 1.530 a.C. todo el valle fue conquistado por tribus con carros procedentes del norte, un grupo llamado casitas en las historias antiguas. Durante este período los hurritas, una tribu que disponía de carros de guerra tirados por caballos, se establecieron al oeste de Asiría, en la parte sur y sureste de Asia Menor y fundaron el reino de Mitanni. A su oeste, la mayoría de Asia Menor pertenecía al poderoso reino hitita, por entonces bajo su primer gobernante notable, Labarna I (1680-1650 a.C).

Hacia el 1.720 a.C. las tribus indoeuropeas alcanzaron Egipto tras cruzar la árida Península del Sinaí. Estos conductores de carros (llamados hicsos por los egipcios) derrotaron con facilidad a los egipcios, que no tenían con qué contraatacar esta nueva tecnología. Los hicsos empezaron a gobernar en el norte de Egipto y adoptaron su cultura. Hacia el 1.570 a.C., los egipcios tras aprender la nueva tecnología y bajo el reinado del faraón Ahmés, habían expulsado a los hicsos de la tierra que habían gobernado durante siglo y medio y habían restaurado su poderío.

Las tribus con carros, que habían causado tantos estragos por todas partes, invadieron también India hacia el año 1500 a.C. y terminaron con la civilización del Indo, cuya población, en su apogeo, debió de alcanzar el millón de habitantes. Los invasores de la India se llamaban a sí mismos arios, de la palabra «noble» en su lengua, de origen indoeuropeo y conocida como sánscrito.

Hacia el 1600 a.C. tribus invasoras del norte, que formaban el pueblo que ahora llamamos griegos, penetraron en la región que conocemos por Grecia. Llamaron Hellas a la región, y helenos a sí mismos. El nombre de Grecia fue utilizado por primera vez por los romanos, y pasó a ser Grecia en los tiempos modernos. La principal ciudad griega era Micenas, en el extremo nordeste del Peloponeso, la península griega más al sur, por lo que se les conoce como griegos micénicos. Sin embargo, cuando Creta estaba en su apogeo, tenía subyugados a los micénicos. De esta época es la famosa leyenda griega en la que Creta exigía un tributo humano a Atenas todos los años, hasta que el legendario héroe micénico Teseo de Atenas la liberó de pagarlo. Sin embargo, Creta, al igual que antes Sumeria, sufrió una gran catástrofe natural que interrumpió bruscamente su desarrollo. La Isla de Santorini se encuentra a unos ciento cuarenta y cinco kilómetros al norte de Creta, y era el centro de una floreciente civilización minoica. Por desgracia, la isla resultó ser el cráter de un volcán que había emergido del mar, pero que no mostraba signos de actividad y nadie sospechó que encerrara peligro. Entonces, hacia el 1500 a.C., estalló con un estruendo ensordecedor. Fue la erupción volcánica más violenta que se conoce en tiempos históricos. Una lluvia de cenizas cayó sobre Creta y tsunamis (olas gigantescas) se estrellaron contra su costa. Las olas llegaron hasta las costas de Grecia, lo que pudo haber dado origen a las leyendas griegas relacionadas con una gran inundación. Donde una vez existió Santorini, sólo quedó un anillo de islotes rodeados de mar abierto. Parecía como si la isla se hubiera desvanecido bajo las aguas, y este hecho pudo ser el origen de la leyenda griega de la Atlántida. La explosión y sus efectos debilitaron mucho a Creta, y la civilización minoica se tambaleó hacia un prematuro final, que se produjo poco después.

Hacia el año 1300 a.C. los griegos micénicos gobernaban Creta además de Grecia. Sin embargo, la conquista de Troya fue la última hazaña importante de la Grecia micénica. Un nuevo grupo de tribus de habla griega, los dorios, que había participado en la serie de invasiones tribales que causaron la decadencia de Egipto, invadió Grecia. Usaban armas de hierro que habían capturado en la destrucción del imperio hitita, y las de bronce utilizadas por los micénicos no pudieron ofrecer resistencia contra ellas. Los dorios se apoderaron del sur y el este del Peloponeso, incluyendo la antigua ciudad micénica de Esparta, la patria legendaria de Helena, supuesta causa de la Guerra de Troya. Conquistaron también Argos, la ciudad del héroe homérico Diomedes, y la Isla de Creta. Pasado el tiempo, Micenas se hundió en la decadencia y desapareció como potencia histórica. Un grupo de griegos predóricos, los jónicos, sobrevivieron en el este de Grecia, particularmente en Atenas. Otros jonios abandonaron el continente y se establecieron en las islas de Egeo y en la costa de Asia Menor. Como consecuencia, la parte central de esta costa pasó a ser llamada Jonia. En el 1000 a.C., por lo tanto, las civilizaciones de Creta y Micenas, al igual que las del Valle del Tigris-Éufrates, habían entrado en sus edades oscuras.

El faraón Amenofis IV, que gobernó del 1.379 al 1.362 a.C., fue el primer monoteísta declarado. Amenofis solo creía en el dios Atón, de hecho cambió su nombre por el de Akenatón (servidor de Atón). La casta sacerdotal luchó contra él al igual que su pueblo, que quería sus antiguos dioses y sus viejas costumbres. Mientras esta lucha se desarrollaba, se descuidaron las fronteras del imperio y disminuyó la resistencia a las tribus invasoras, y el imperio egipcio empezó a declinar. Los siguientes faraones lucharon por traer de nuevo la prosperidad a Egipto.


Edad de hierro

Hacia el 1.300 a.C. la técnica de fundir y acerar el hierro se desarrolló en las estribaciones de la cordillera del Cáucaso, en el nordeste de Asia Menor. Esta región pertenecía al imperio hitita, y sus gobernantes mantuvieron celosamente el monopolio de esta nueva técnica porque se dieron cuenta de su importancia para la fabricación de armas. Los hititas, bajo su rey Subbiluliuma I (1.380-1.346 a.C.), derrotaron y finalmente absorbieron Mitanni. El faraón Ramsés II, que reinó del 1.304 al 1.237 a.C. luchó por extender las fronteras del imperio en Asia. En el curso de la guerra mantuvo una gran batalla contra los hititas el 1.298 a.C. que debilitó a ambas naciones.

En Oriente Próximo, Asiria fue la primera en recuperarse, por lo menos se hizo lo bastante fuerte como para tomar parte en guerras periódicas de conquista. Bajo su rey Tukulti-Nin-Hurta, que reinó del 1.245 al 1.208 a.C., los asirios iniciaron la política de hacer la guerra de una manera feroz, para minar la voluntad de sus enemigos y tenerles medio derrotados antes de empezar la batalla. Bajo Teglatfalasar I, que gobernó del 1.116 al 1.078 a.C., se creó un poderoso imperio asirio que gobernaba todo el Valle del Tigris-Éufrates. Sin embargo, después de la muerte de Teglatfalasar, tribus conocidas como arameos y caldeos invadieron el valle. Por el 1.000 a.C. tanto Babilonia como Asiría se encontraban en una segunda edad oscura.

En Egipto, el faraón Ramsés III, que gobernó del 1.188 al 1.156 a.C., tuvo que enfrentarse con otro grupo de belicosos invasores, llamados el “pueblo del mar” por los egipcios, que ya habían asolaron Asia Menor y hacia el 1.200 a.C. habían acabado con el reino hitita. El uso del hierro dejó de ser monopolio de los hititas y se extendió a otras culturas después del 1.200 a.C. Haciendo un esfuerzo supremo, los egipcios los derrotaron, pero esta lucha terminó por agotar su resistencia. Egipto, el imperio mayor y más poderoso de la Tierra, se había convertido en una potencia menor tras esta guerra.

En el lejano noroeste de la península de Anatolia, la ciudad de Troya se había enriquecido con el control de los estrechos (Dardanelos y Bósforo), a través de los cuales tenía que pasar el comercio entre las ciudades griegas del Mar Egeo y los campos de cereales del norte del Mar Negro. Los griegos se dieron cuenta de que podían reducir sus costos si controlaban dichos estrechos. Por consiguiente, pusieron sitio a Troya y la conquistaron y destruyeron hacia el 1.200 a.C. Después del 1200 a.C. no hubo poderes que duraran largo tiempo en Asia Menor. Un nuevo grupo de tribus, los frigios, se infiltró desde el sudeste de Europa, llenó el vacío y estableció un nuevo reino. Para el 1.000 a.C. los hititas, junto con Mitanni y Troya, habían desaparecido, y el nuevo reino de Frigia florecía. Su riqueza impresionó a los griegos, cuya pobreza parecía crónica, y en su mitología hablaban de un rey frigio llamado Midas que tenía el «toque de oro».

Los cananeos sufrieron una serie de invasiones durante este período. Fueron conquistados y gobernados primero por los hicsos y después por el imperio egipcio. Cuando «los pueblos del mar» destruyeron Egipto, también desembarcaron en la costa de Canaán, hacia el 1200 a.C. allí fundaron varias ciudades-estado que formaron una confederación. Fue este pueblo, que conocemos como filisteos, y que hablaban una lengua indoeuropea, el que dio a Canaán su nombre griego de Palestina. También conocemos a los filisteos como enemigos de los israelitas, a través de relatos bíblicos. Los israelitas invadieron Canaán por el oeste y se apoderaron de una parte interior. Según la leyenda bíblica, los israelitas habían llegado a Canaán después de escapar de la esclavitud de Egipto. Los cananeos que mantuvieron su independencia fueron confinados a la costa norte de su país, alrededor de ciudades como Tiro, Sidón y Biblos, y fueron más conocidos por su nombre griego de fenicios. En un territorio tan reducido sólo podían prosperar mediante el comercio, y fueron el primer pueblo en el área del Mediterráneo que se aventuró en mar abierto, lejos de la costa. Se alejaron de tierra más que los cretenses, quienes, básicamente, se habían contentado con ir de isla en isla. Los fenicios pudieron lograr esta hazaña gracias a que aprendieron a orientarse en las noches despejadas. Vieron, al igual que nosotros, que el Sol sale por el este y se pone por el oeste, y que cuando está alto en el cielo, a mediodía, siempre está en el sur. Sabiendo esto, se puede viajar tanto por mar como por tierra. Pero, ¿Qué hace uno por la noche cuando no se puede ver el Sol? Los fenicios fueron de los primeros en darse cuenta de que, por la noche, la constelación de la Osa Mayor, formada por siete estrellas muy visibles, estaba siempre en el norte. Esto significaba que, si se dejaba siempre a la derecha, el barco estaba navegando hacia el oeste, mientras que si se dejaba a la izquierda, el barco siempre iba hacia el este. Para el 1000 a.C. los fenicios, mediante este sistema, recorrían el Mediterráneo, convirtiéndose en los grandes comerciantes de la antigüedad.

La necesidad de comerciar de los Fenicios originó otro gran descubrimiento. Estaba basado en la invención sumeria de la escritura, y hace que podamos leer este libro miles de años después. Situada entre Babilonia, con una complicada escritura cuneiforme, y Egipto, con sus no menos complicados jeroglíficos, Fenicia se dio cuenta de que no podría comerciar con facilidad si no manejaba ambas lenguas. La vida sería mucho más fácil si podían inventar un código de escritura sencillo. Para el 1000 a.C. los fenicios tenían un alfabeto en el que cada letra representaba el sonido de una consonante. Usando este alfabeto se podía escribir cualquier idioma con facilidad. La escritura se desarrolló en muchos lugares de forma independiente. En Sumeria, China y sur de México por ejemplo. Sin embargo, el alfabeto fue inventado una sola vez, por los fenicios. Todos los alfabetos que se usan hoy día, por muy diferentes que puedan parecer, provienen sin ninguna duda del de los fenicios.

Cuando los israelitas invadieron Canaán en el año 1200 a.C. tomaron Jericó, que había existido como ciudad durante cerca de siete mil años. En una batalla que hizo célebre el relato de Josué y las trompetas, los israelitas destruyeron Jericó, al menos temporalmente. Después, durante algún tiempo, los israelitas dominaron a los filisteos de la costa. Finalmente los filisteos lograron vencer a los israelitas utilizando armas de hierro que sus enemigos no tenían. Pero hacia el 1000 a.C. los israelitas consiguieron armas de hierro. David, un jefe de la tribu meridional de Judá, ascendió con rapidez dentro de la nación israelita y finalmente sucedió en el trono al rey Saúl. Fue capaz de derrotar a los filisteos de modo definitivo, después de lo cual hay pocas noticias de ellos. David pasó luego a establecer un imperio israelita que se extendía desde Egipto por el sur hasta el alto Éufrates por el norte. La población israelita en esa época debió de ser de unos trescientos mil, cantidad insuficiente para mantener un imperio incluso tan pequeño como el de David. Sólo existió porque tanto el Valle del Tigris-Éufrates como Asia Menor seguían inmersos en una época de gran oscuridad, y Egipto seguía estando bastante débil. El imperio de David empezó a derrumbarse en cuanto una de las regiones de su alrededor recuperó su fuerza y pudo rebelarse. Aunque el imperio era efímero, su recuerdo permaneció en la memoria de la tribu de Judá (los judíos) para siempre, con importantes consecuencias para el mundo en general.

Por el 1000 a.C. estas tribus indoeuropeas se fueron extendiendo Río Ganges abajo y empezaron a dominar la vida del gran subcontinente. Al igual que otras regiones del mundo, India entró en un período de grandes cambios.

China había entrado en la Edad del Bronce hacia el 1500 a.C., y por esa época era gobernada por la dinastía Chang, su primera dinastía verdaderamente histórica. China había desarrollado, de forma independiente, su propio sistema de escritura, utilizando un método que era tan complejo como el de los sumerios y egipcios. No obstante, los chinos nunca adoptaron un alfabeto, y su escritura sigue siendo extraordinariamente compleja, con miles de caracteres en lugar de palabras compuestas de letras. Hacia el 1000 a.C. la dinastía Cheu había reemplazado a la Chang. En esta época la importancia de los nobles había aumentado, ya que se había instaurado un sistema feudal que duraría siglos. China se las arregló para mantenerse un tanto aislada de muchos de los cambios que se propagaban por otras regiones del mundo. A pesar de todo, era el primero del mundo en población, liderazgo que mantiene en la actualidad. En esa época la población de China había crecido muy por encima de los 5 millones, de manera que estaba mucho más poblada que cualquiera de los otros reinos de Occidente. Albergaba aproximadamente la quinta parte de los habitantes del planeta, y ha seguido manteniendo esta proporción hasta hoy.

Hacia el 1000 a.C. refugiados de Asia Menor, que huían de los frigios, alcanzaron la costa occidental de Italia. Más tarde se les reconoció como etruscos, y son la primera civilización conocida de Italia. Su escritura no se ha podido descifrar nunca, por lo que sabemos muy poco sobre ellos en comparación con sus sucesores, los romanos.

La civilización también estaba surgiendo en América, donde los olmecas habían empezado a construir ciudades. En otras partes, la tendencia a explorar seguía extendiendo la presencia del hombre hasta remotos rincones del planeta. En el Océano Pacífico, algunos pueblos del Sudeste asiático se esparcían por las islas cercanas; el proceso continuó hasta que los polinesios, como se les acabó llamando, hubieron colonizado todas las islas grandes del Pacífico. Viajaron miles de kilómetros en sus pequeños botes, una hazaña de la navegación que, dado su nivel tecnológico, fue la más extraordinaria que el mundo haya visto jamás.

Los asirios aprendieron a utilizar al máximo el hierro en el arte de la guerra. Por primera vez, un ejército estaba completamente «ferrado», todos los soldados equipados con lanzas de hierro de gran calibre, espadas y escudos. Además, los asirios aprendieron a montar y manejar el caballo. Como consecuencia, la importancia de los carros empezó a disminuir y la caballería, más rápida y ligera, se convirtió en el nuevo arquetipo para la guerra. En el reinado de Teglatfalasar III, que reinó del 745 al 727 a.C., Asiria logró llegar al Mar Mediterráneo, conquistando Siria por el camino. En el reinado de sus sucesores Salmanasar V (725-722 a.C. ) y Sargón II (722-705 a.C. ) también Israel fue conquistada, y sus habitantes deportados. Lo único que quedó del imperio de David, al que se le permitió cierto grado de independencia, fue su propia tribu, la de Judá. Más tarde Judá fue atacada por Senaquerib (705-681 a.C. ) en el 701 a.C. Jerusalén no cayó, pero Judá fue obligada a pagar tributos a Asiria. El siguiente monarca asirio, Asaradón (680-659 a.C. ), atacó y conquistó Egipto, así que en el 670 a.C. el imperio asirio estaba en el apogeo de su poder y era el mayor y más poderoso de los reinos que Asia occidental había visto nunca. Nínive, la capital de Asiria, fue fundada por Senaquerib y se convirtió en la ciudad más grande de la Tierra. No obstante, dos siglos de guerras casi continuas habían agotado a Asiria, y sólo quedaba la estructura hueca en la que se convierten a menudo las naciones conquistadoras. Todavía había pueblos sin conquistar más allá de sus fronteras, sobre todo los medos, que vivían en el este de Asiria, en lo que ahora es Irán. Además, las rebeliones de los caldeos de Babilonia contra Asiria eran constantes y, a pesar de que fueron derrotados repetidas veces, amenazaban con volver a rebelarse. Quince años después de la muerte de Assurbanipal, los caldeos, pertenecientes al imperio, se unieron a los medos, pueblo independiente, y juntos tomaron Nínive al asalto y la destruyeron en el 612 a.C. El imperio asirio no se pudo recuperar del golpe y desapareció con una rapidez sorprendente.

Los caldeos heredaron el Valle del Tigris-Éufrates y mantuvieron el control de la costa mediterránea, pero permitieron a Egipto recuperar su libertad. Cuando los judíos intentaron rebelarse, el rey caldeo Nabucodonosor II (630-562 a.C. ) tomó Jerusalén y destruyó su templo. De esta manera terminó la línea de reyes descendientes de David. El imperio caldeo alcanzó su máximo apogeo en el reinado de Nabucodonosor. En esa época Babilonia, su capital, se había convertido en la mayor ciudad del mundo. Este rey terminó de construir un zigurat que era el mayor de su tipo, alcanzando una altura de más de noventa metros. Había permanecido largo tiempo sin terminar mientras Babilonia estaba bajo dominación asiria, lo que pudo dar origen al relato de la inacabada Torre de Babel del libro bíblico del «Génesis». También construyó un exquisito palacio, con pisos escalonados como un zigurat. En las terrazas plantó jardines que se conocieron como los famosos Jardines Colgantes de Babilonia y que más tarde fueron considerados como una de las siete maravillas del mundo antiguo. Nabucodonosor debió de gobernar a unos dos millones de súbditos, pero después de su muerte, su imperio perdió gran parte de su fuerza. Las regiones más allá de sus fronteras, liberadas de su represión, tuvieron la posibilidad de empezar a desarrollarse.

En Asia Menor, el reino frigio había sido destruido por la invasión de los cimerios, tribus de las estepas de Ucrania. En su lugar surgió, al oeste de Asia Menor, el reino de Lidia, hacia el 680 a.C. , con su capital en Sardes. Los lidios dominaban las costas del Egeo de Asia Menor, pero dejaron que los pueblos se gobernaran a sí mismos. En esta época se produjo un gran avance en el comercio gracias a los lidios. Metales como el oro y la plata se utilizaban con frecuencia como medio de intercambio. Eran valiosos porque eran escasos, lo que significaba que cantidades pequeñas y fáciles de llevar se podían cambiar por grandes cantidades de otras mercancías. Pero este sistema tenía el inconveniente de que había que pesar cada pieza de oro o plata en cada transacción para poder calcular su valor. Esto despertaba el recelo de que la balanza pudiera estar amañada, o de que el oro y la plata pudieran estar mezclados con metales de menos valor. El reino de Lidia ofreció una solución al resto de la humanidad al acuñar monedas. Eran piezas de oro y plata, o una aleación de ambos, que llevaban estampados su peso y su valor. Una moneda debía llevar la imagen de un rey o algún otro dibujo que confirmara su oficialidad y su pureza. El uso de estas monedas activó mucho el comercio y aumentó la riqueza de Lidia. El uso de las monedas se extendió con rapidez por todo el mundo antiguo civilizado, ya que facilitaba mucho el comercio. Como muchos otros inventos del pasado, en la actualidad son cosas en las que no reparamos, pero que fueron muy importantes cuando empezaron a ser de uso común.

El oeste de Lidia y Caldea formaban el imperio medo, que abarcaba lo que ahora es Irán y Afganistán. Este imperio se hizo famoso por algo que no ocurrió, una «casi-batalla» con los lidios que tiene una importancia singular para los historiadores. Justo en el momento en que los dos ejércitos estaban a punto de atacarse se produjo un eclipse total de Sol. Ambos ejércitos tomaron el hecho como una seria advertencia de los dioses; por lo que interrumpieron la batalla y firmaron la paz. La importancia de los medos radica sobre todo en el hecho de que dieron a la historia un reformador religioso llamado Zaratustra (685-551 a.C.). Conocido como Zoroastro por los griegos, predicó una nueva religión en la que presentaba al Universo dividido entre dos poderes de fuerza semejante que luchaban por la supremacía. Uno era Ormuz, representante de la luz y el bien. El otro era Arimán, que encarnaba la oscuridad y el mal. Según Zoroastro ninguno de los dos obtenía una victoria clara en la eterna lucha que mantenían, pero la intervención del hombre podía hacer oscilar el fiel de la balanza en un sentido o en otro. Esta teoría, conocida como zoroastrismo, dominó poco a poco al imperio medo y a sus sucesores, y se puede encontrar ecos de ella en algunas de las religiones actuales, sobre todo en el cristianismo.

En la India nació el sistema de castas, un reflejo de la creencia hindú en la reencarnación. Este sistema dividía a la población según una jerarquía de posiciones que dependían de la familia, del matrimonio y de la ocupación. En teoría, uno nace en una casta determinada para tener las experiencias adecuadas en esta vida y evolucionar espiritualmente. En la práctica, otorgaba a cada uno un lugar seguro en la sociedad, lo que suponía estabilidad, pero también impedía que nadie prosperara por sí mismo. El sistema servía para inhibir los cambios e imponer un estancamiento social que sigue planteando problemas incluso en la India actual. Pero la India ha ofrecido a la humanidad algo más que pensamientos religiosos. Poco tiempo antes del 800 a.C. sus matemáticos empezaron a usar por primera vez un símbolo para el cero, un progreso científico de gran importancia. Esto permitía diferenciar entre sí 23, 203 y 230, y no se necesitaban símbolos especiales para las decenas y las centenas. Ahora era posible la notación posicional, lo que simplificaba en gran medida el cálculo aritmético. Sin embargo, el uso del concepto del cero se difundió con bastante lentitud, debido a que los antiguos sistemas de símbolos numéricos, mucho menos útiles, estaban muy arraigados.

El Budismo fue fundado en el norte de la India por Siddhãrta Gautama (563-483 aC), conocido como Buda (el Iluminado). El budismo no tenía a un dios como centro. Insistía en la vida virtuosa y predicaba la sucesiva reencarnación de las almas, hasta que, por méritos propios, se alcanzaba la recompensa final del «nirvana» o extinción pacífica. El budismo se difundió por todo el este de Asia, aunque en la propia India prácticamente desapareció. Representa la mayor influencia filosófica de la India sobre el resto del mundo.

Una provincia del sudoeste del imperio medo terminó siendo la ruina de este imperio. Conocida como Persia por los griegos, dio un general extraordinariamente joven llamado Ciro que llegó a ser gobernador de Persia alrededor del año 558 a.C. Ciro se rebeló contra su señor medo y, en el 550 a.C., tomó la capital meda y se convirtió en soberano del recién formado imperio persa. Bajo Ciro, Persia avanzó por el camino trillado del expansionismo imperial. Atacó y conquistó Lidia en el 546 a.C. y el imperio caldeo en el 539 a.C. Ciro murió en el 529 a.C., durante una expedición a Asia central para extender las fronteras de Persia. Su hijo, Cambises, hizo suya la causa y logró conquistar Egipto. A Cambises le sucedió otro jefe fuerte y enérgico, Darío I (550-486 a.C. ), que extendió la dominación persa hasta el noroeste de la India y la región tracia del norte de Grecia en Europa.

Grecia salió de la edad oscura en la que había sido sumida por la invasión dórica como una colección de ciudades-estado dispersas por la región que ahora llamamos Grecia, y a lo largo de la costa del Egeo en Asia. El país estaba dividido por cadenas de montañas, y cada ciudad-estado ocupaba un pequeño valle. La orografía impedía que se unieran de manera espontánea, como había sucedido en Egipto, por ejemplo, y al mismo tiempo creaba un poderoso obstáculo para construir un imperio. A lo largo de la historia de la antigua Grecia las uniones entre las ciudades-estado nunca tuvieron éxito, y los imperios duraron poco tiempo. Los griegos concedían un gran valor a su libertad, y las luchas entre las ciudades-estado eran constantes. Los griegos crearon la infantería con armas pesadas, con soldados (hoplitas) entrenados para luchar juntos, apoyándose y protegiéndose unos a otros. No obstante, los griegos no estaban del todo desunidos. Tenían el lazo común del idioma, los poemas de Homero y los juegos atléticos, que eran periódicos y abiertos a todos, y que se llevaban a cabo en una atmósfera de paz. De entre éstos, los Juegos Olímpicos eran los más importantes, el primero de los cuales se celebró (según la tradición) en el 776 a.C.

Una vez superada la Edad Oscura, la población griega creció con mucha rapidez y llegó a ser de unos 2 millones hacia el 700 a.C. Como en otros casos en que amenazaba la superpoblación, se produjo un movimiento colonizador, y durante una época los griegos salieron a fundar colonias en las costas del Mar Negro, Sicilia, sur de Italia y norte de África. Finalmente la colonización terminó porque los mejores lugares se habían ocupado ya, y porque Cartago y las potencias de Asia se opusieron. Cerca de medio millón de griegos habían emigrado a las colonias, pero la población de su tierra natal seguía creciendo. Esparta y Atenas, las dos principales ciudades-estado de la época, encontraron cada una a su modo la solución al problema de la población. En el sur, Esparta tuvo una larga guerra con las ciudades vecinas e invadió todo el Peloponeso, esclavizando a la población no espartana. De esta forma, Esparta llegó a ser la ciudad-estado más grande de Grecia, pero el coste fue alto. Para estar seguros de que la mayoría oprimida no se iba a sublevar, la minoría espartana se sometió a un riguroso régimen militar. Los espartanos se convirtieron en máquinas militares y llegaron a ser los mejores guerreros de Grecia, pero al precio de la mayoría de los avances culturales. Atenas, situada en el centro-este de Grecia, enfocó el problema de otra forma. Los atenienses se anexionaron toda la Península del Ática, convirtiéndose, por su tamaño, en la segunda ciudad-estado de Grecia. Sin embargo, basó su prosperidad en los negocios y no en la guerra, lo que les permitió sostener una población cada vez mayor por medio del comercio. Además, el comercio por todo el este del Mediterráneo y el Mar Negro puso en contacto a los atenienses con una gran variedad de culturas, que sentaron las bases para crear la más singular de las sociedades griegas.

A diferencia de muchas otras culturas de su época, la mayoría de las ciudades griegas habían abandonado la monarquía. Esparta tenía dos reyes, pero eran jefes militares, más que políticos. Sin embargo, la primera alternativa de las ciudades a la monarquía no supuso un gran avance. Eran gobernadas por un grupo de familias nobles, una forma de gobierno conocida como oligarquía o «gobierno de unos pocos». El pueblo llano se sintió engañado por esta medida y a menudo acudía a alguno que prometía gobernar en su nombre. Estos gobernantes llegaron a ser reyes sin haber heredado el trono, y se les conoció como tiranos, del griego «amo». La forma de gobernar de algunos fue tan corrupta que tirano, en la actualidad, ha pasado a ser un término que describe a un gobernante déspota y cruel. No todos los tiranos de entonces fueron tiránicos en términos actuales. Ni su gobierno ni la dominación periódica de extranjeros impidieron un rápido avance de la cultura, que todavía hoy nos asombra. Las ciudades jónicas de las costas del Egeo en Asia Menor, tales como Éfeso y Mileto, fueron conquistadas por Lidia y Persia, por ejemplo, pero siguieron dando un grupo de pensadores que pusieron los cimientos de la filosofía occidental, tal y como la conocemos hoy en día. Estos pensadores estudiaron el mundo que los rodeaba e intentaron hacerse una idea de las leyes que lo gobernaban, sin tener que recurrir a explicaciones sobrenaturales para los acontecimientos. Esto daba un rumbo revolucionario a las teorías anteriores sobre el mundo, que atribuían casi todo a la intervención de los dioses o de Dios. Aunque la humanidad tuvo que esperar más de un milenio para que se produjera la verdadera revolución científica, las semillas se sembraron en los suelos pedregosos de la Grecia precristiana. Según la tradición, Tales de Mileto (625-547 a.C.) fue el primero de estos filósofos naturalistas. Casi se le podría considerar como el primer científico conocido por su nombre y, siguiendo sus enseñanzas, los griegos encabezaron en todo el mundo el desarrollo de la ciencia y las matemáticas durante un milenio.

Cuando las ciudades jónicas se rebelaron contra Persia en el 499 a.C., fueron destruidas, y el entorno que sustentaba el pensamiento creativo desapareció de esa zona, como lo hizo la filosofía. Sin embargo, como hemos visto, las ideas son duraderas y fáciles de transportar, así que la filosofía reapareció en Atenas, donde floreció. Atenas se convirtió en la innovadora en muchos campos del esfuerzo humano, estimulada por la inspiración de sus pensadores locales. Intentó establecer un sistema económico que fuera más equitativo para todos sus ciudadanos. Solón (630-560 a.C.) creó un sistema que limitaba la cantidad de tierras que podían poseer los ricos, y dio voz y voto en el gobierno a los pobres. También reformó la moneda para fomentar el comercio, y estableció un código legal menos punitivo. Llevó a cabo todas esas reformas sin convertirse en un tirano, y fue tan admirado por sus obras que a los legisladores todavía hoy se les llama solones. Todas estas iniciativas hicieron que Atenas se encaminara hacia una nueva forma política llamada «democracia», o gobierno del pueblo. La democracia abordaba el problema de la legitimidad política de manera opuesta a la monarquía. Los reyes proclamaban que su derecho a reinar era de origen celestial, alegando su relación con los dioses. Los líderes democráticos de la época ateniense y los actuales reivindican que su derecho a gobernar es de origen terrenal y hablan de la «voluntad del pueblo». Muchos atenienses consideraban que la democracia era la forma ideal de gobierno, y desde luego tuvo resultados positivos. La libertad de pensamiento y de palabra permitió a la ciudad elevar la filosofía, las matemáticas, la ciencia y la literatura a un nivel tal que han servido de inspiración al mundo occidental desde entonces. Sin embargo, en Atenas no era demócrata todo el mundo. Los conservadores lucharon contra las reformas de Solón, y la situación empeoró hasta tal punto que los atenienses acabaron deseando de nuevo un tirano. Se llamaba Pisístrato y gobernó Atenas casi sin interrupción del 567 al 521 a.C. Era un tirano bastante apacible que mantuvo las reformas de Solón, protegió a los campesinos, mantuvo la paz y fomentó la industria y el comercio. Incluso hizo que los poemas de Homero se editaran en la versión que existe en la actualidad. No obstante, después de su muerte, los atenienses expulsaron a su hijo y restablecieron la democracia. Atenas creó la primera democracia importante del mundo civilizado, pero en modo alguno era perfecta. La ciudadanía sólo se concedía a aquellos que eran hijos de Atenas por ambas ramas de la familia. Los derechos de los extranjeros eran limitados, y había una gran población de esclavos que no tenían ningún derecho.

Atenas también tenía que afrontar problemas externos. Había ayudado a las ciudades jónicas en su fracasada sublevación contra Persia en el 499 a.C., y Darío estaba decidido a castigar a los atenienses por ello. En el 490 a.C. envió una expedición que atravesó el Mar Egeo con la misión de desembarcar en el Ática y tomar Atenas (Ésta es la incursión de la que hemos hablado en la sección dedicada a la evolución de Persia). Los atenienses intentaron que Esparta les ayudara, pero los espartanos eran precavidos y lentos en tomar iniciativas políticas. Los atenienses se vieron forzados a enfrentarse prácticamente solos a los persas en Maratón, a cuarenta y dos kilómetros de Atenas. Allí, los hoplitas, bien entrenados, lograron una victoria inesperada sobre las fuerzas persas, que eran muy superiores en número. Un corredor llevó la buena nueva a Atenas, y desde entonces los corredores que toman parte en los maratones corren una distancia igual a la del trayecto original.

Jerjes, el hijo de Darío, intentó realizar las ambiciones de su padre y en el 480 a.C. envió una gran expedición a Grecia para que arrollara todo a su paso. Pero una pequeña fuerza de espartanos, formada por unos trescientos hombres, retuvo a Jerjes heroicamente, luchando hasta el último hombre en el estrecho paso de las Termópilas, al norte de Grecia. Los persas continuaron su marcha a pesar del sacrificio de Esparta, llegaron a Atenas y prendieron fuego a la ciudad.
 
La victoria persa resultó ser ilusoria. En los diez años transcurridos desde Maratón, los atenienses, bajo la dirección de Temístocles, habían construido una poderosa flota. En realidad, se había evacuado a la población de Atenas, a las islas cercanas, y la flota ateniense, con la ayuda de otras ciudades griegas, destruyó la flota persa en la Batalla de Salamina, en septiembre del año 480 aC. En el 479 aC los espartanos derrotaron a los persas en una batalla terrestre en Platea, justo al norte de Atenas.

Después de Platea los persas se retiraron y a partir de ese momento los griegos tomaron la ofensiva. Atenas se aseguró que todas las ciudades griegas de la costa dominada por los persas fueran liberadas y se unieran a ella para formar una especie de imperio ateniense. Además, Atenas construyó murallas alrededor de la ciudad y de su puerto, El Pireo, y otra que unía las dos ciudades. En el 460 a.C. un aristócrata liberal, Pericles (495-429 a.C.), llegó a ser el gobernador virtual de Atenas, y bajo su mandato la ciudad entró en una edad dorada de logros literarios, artísticos y filosóficos.