La virgen de las rocas


Os voy a hablar sobre uno de mis cuadros favoritos, “La virgen de las rocas”. Siempre me gustó por la estética del paisaje. Cuando fui al museo del Louvre me lo encontré por casualidad entre los kilómetros de pasillos del museo y fue muy agradable poder verlo en directo aunque no tuve mucho tiempo para observarlo si quería aprovechar la estancia en el museo. En realidad son dos cuadros, la versión del Louvre es mi favorita pero existe otra en el National Gallery de Londres.
 
 La versión original parece ser la del Louvre, que fue creada por Leonardo da Vinci en la década de los 80 del siglo XV. El personaje del centro es la Virgen que mira y sostiene con la mano derecha a Juan el Bautista de niño. A este también lo mira el personaje de se encuentra sentado en la izquierda que es el ángel Úriel. Entre el ángel y su madre se encuentra sentado el niño Jesús bendiciendo a su primo Juan que lo venera. La imagen representa el encuentro descrito en documentos apócrifos entre la Sagrada Familia cuando huye a Egipto y el huérfano Juan el Bautista refugiado en una cueva protegido por Úriel.











En la versión de París el ángel mira al espectador y señala a Juan mientras que en la de Londres no. En la de Londres hay halos y la vara cruciforme de Juan añadidos por otro artista para que se identificaran más fácilmente a los personajes, además en esta los personajes son más grandes para que destaquen más.






El paisaje consiste en una playa rocosa con una neblina conseguida con la técnica del esfumato que da sensación de profundidad y que consiste en superponer con delicadeza varias capas de pintura. Leonardo da Vinci probablemente realizaba esta técnica de la siguiente manera: Primero realizaría una imprimatura sobre una plancha de madera de álamo a partir de carbonato cálcico, blanco de zinc y huesos molidos. Luego haría un esbozo a pincel para después darle una veladura, o delgada capa de color, al óleo sobre todo el cuadro. Más tarde añadiría las sombras y los colores intermedios para después plumearlos con la punta del pincel. Seguidamente aplicaría una delgada capa translúcida de color adaptado a cada zona del cuadro. Y además repasaría las zonas plumeadas pintando en los diminutos espacios entre trazo y trazo homogeneizando. Para finalmente retocar la graduación tonal mediante veladuras específicas hasta conseguir el efecto de degradado suave entre las zonas de luz y sombra.